domingo, 6 de junio de 2010

FORTUNY: THE ALCHEMIST OF VENICE



Cuenta la leyenda, que tras la muerte de Fortuny su mujer lanzó a los canales de Venecia los tintes que éste usaba para que nadie los pudiese copiar. Todo este secretismo y misterio que todavía hoy explotan en su web, en parte es pura estrategia de marketing que quiere destacar la exclusividad de sus acabados, y cuidado, no estoy diciendo que sea mentira. Elsie McNeill, diseñadora de interiores responsable de popularizar sus trabajos en Norteamérica, fue quien se encargó de seguir con la fábrica y mantener así el legado de este polifacético artista cuya obra podemos ver estos días en Barcelona. La exposición, que se puede visitar hasta el 27 de junio en La Pedrera, da una visión muy completa de las diferentes disciplinas en las que trabajó Fortuny a lo largo de su carrera: pintura, escultura, fotografía, escenografía teatral, interiorismo, diseño textil y diseño de moda.



En 1909 consiguió uno de sus mayores éxitos comerciales con la creación del vestido Delphos: un diseño de patronaje sencillo, inspirado en las túnicas griegas, en el que lo que destaca es el plisado ondulante que permite que el vestido se adapte perfectamente al cuerpo. Este diseño que intentaba liberar a la mujer de los vestidos encorsetados y pesados imperantes en la época se hizo especialmente popular entre algunas de las mujeres más famosas e influyentes de la época, como la bailarina Isadora Duncan o la actriz Sarah Bernhardt, lo cual lo convirtió en lo que hoy se llamaría un must have, y es que ya en aquella época los personajes públicos marcaban tendencia.



Y alguien que sabe mucho de marketing y que marcó tendencia en su momento con este vídeo rodado en Venecia entre palacios, puentes y leones fue Madonna con su canción Like a Virgin. Además estoy seguro de que si Madonna hubiese vivido en esa época ella también habría sido una de las atrevidas que habría llevado un Delphos.

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