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Debo admitir que mi interés por los Juegos Olímpicos se concentra sobretodo en las ceremonias de apertura y clausura. Ese acto que bajo el formato actual de gran espectáculo, sirve de escaparate perfecto para mostrar al resto del mundo la preeminencia del país organizador, en lo que se ha convertido en una especie de competición paralela para superar el diseño de anteriores ediciones. Se podría decir así, que los juegos parecen retomar el espíritu original de aquellas olimpiadas que, entre 1912 y 1952, también tuvieron sus medallas para premiar obras inspiradas en el deporte, en las categorías de arquitectura, literatura, música, pintura y escultura. Disciplinas que ahora se aglutinan y encuentran su lugar en estas ceremonias celebradas en los estadios proyectados por los principales arquitectos del momento, recintos convertidos en pasarelas sobre las que los deportistas desfilan como modelos con los uniformes diseñados para la ocasión.
En este sentido, la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 hizo referencia, entre otros aspectos, a su gran legado al mundo de las letras citando a escritores clásicos de la literatura inglesa como Dickens, y algunos más contemporáneos como J. K. Rowling. La aparición de la escritora de Harry Potter leyendo las primeras líneas de Peter Pan fue acompañada con el homenaje realizado a los populares personajes de la literatura infantil y juvenil británica, sin duda una de las grandes aportaciones a este género. Menciones literarias que tuvieron su continuidad en la ceremonia de apertura de los Juegos Paralímpicos con la presencia del actor Ian McKellen, personificado como Próspero en La Tempestad de Shakespeare. Así como con los artilugios de atrezzo inspirados en los libros y el escenario central representando el tomo de La Declaración Universal de los Derechos Humanos. Una auténtica satisfacción ver ese despliegue de creatividad en torno a los libros en una ceremonia de este tipo.
Images © olympicopeningceremony.tumblr.com / www.london2012.com
Eternal blooming flowers in mind y Beginning of the universe son las inquietantes instalaciones que la artista japonesa Yayoi Kusama ha creado para celebrar el lanzamiento global de la colección diseñada en colaboración con Louis Vuitton. Unos escaparates en los que la marca ha prescindido de la colocación de producto para exaltar el valor artístico de esta colección. Así, podemos ver en las vitrinas algunos de los principales temas en la obra de esta artista obsesionada con las ideas de infinito y repetición. Un particular universo en el que la vida es representada mediante composiciones de topos, colores brillantes y formas orgánicas. El arte de Yayoi Kusama demuestra adaptarse perfectamente a los esquemas básicos de un escaparate y, al revisar su obra, uno no puede evitar sentirse inspirado por las instalaciones y happenings realizados a lo largo de su carrera.
Infinitely Kusama sigue la tendencia de anteriores colaboraciones con artistas como Takashi Murakami o Stephen Sprouse, donde las prendas y complementos de la marca se estamparon con el sello característico de cada artista. Una acción que pone de manifiesto una vez más cómo las marcas, convertidas en nuevos mecenas del arte, se apropian de producciones artísticas y culturales para distinguirse de sus competidores mediante grandes campañas de marketing. Un mercantilismo que no es nuevo para una precursora del pop art como Kusama, quien en su momento explotó su propia marca para comercializar sus prendas de diseño vanguardista. Tras su regreso a Japón en los años setenta, la artista ingresó voluntariamente en una institución mental para preservar su frágil salud y siguió produciendo sus obras en un estudio cercano, un acto que ayudó a reforzar la leyenda de una artista que con su excéntrica apariencia es un interesante caso de personal branding. En los últimos años, diversas retrospectivas en los más importantes museos del mundo, han vuelto a sacar a la luz la relevancia de sus obras, descubriendo a nuevas generaciones el trabajo de una artista que sigue tan vigente hoy como hace cincuenta años.